¿Qué
tienen en común la empresa de seguridad privada y la empresa agroquímica más
grande del mundo? Más aún, ¿en qué parte de la ecuación entra una fundación
filantrópica de propiedad de la pareja más rica del mundo, Bill y Melinda
Gates?
Usualmente,
uno no se detiene a pensar cómo estos factores están interrelacionados y cómo
pueden cambiar el curso de las políticas públicas. No tomamos en cuenta que las
políticas públicas nacionales y los lineamientos de cooperación son producto de
fuertes presiones corporativas que imponen sus criterios de manera cada vez más
violenta, perjudicando a un sin número de personas, las que no son consultadas
y, peor aún, ni siquiera se enteran del proceso que corroe su forma de vida y
cultura. Esta es la historia universal del campesinado global actual.
Recientes
informes nos preocupan, específicamente la necesidad de encubrir la noticia sobre
la compra de la empresa de seguridad Blackwater, que ahora se llama Academi, conocida por entrenar y dar
trabajo a no menos de 40,000 mercenarios de diferentes nacionalidades y
agencias de varios países; al parecer ha sido comprada de manera privada y
confidencial por la empresa agroquímica Monsanto. Blackwater o Academi es el mayor contratista privado de
seguridad del departamento de Estado norteamericano. Es reconocido por sus
métodos controvertidos de espionaje y acción al margen de la ley y ya se le
atribuyeron varias muertes civiles y todo tipo de abusos a los derechos humanos
en Irak y Afganistán[1].
En este sentido, para entender la virulencia por la cual potentes intereses se
conjugan alrededor de la agricultura, atamos esta noticia con un dato del año
2010 el cual la Vía Campesina, una significativa organización internacional que
agrupa a más de 150 organizaciones de pescadores, mujeres rurales, pequeños
productores, etc. de 70 países, denunció. La Vía, cómo es denominada, expuso
que la Fundación Gates adquirió 500,000 acciones de la empresa Monsanto y que
mediante sinergias, relaciones de poder y la canalización de sumas exorbitantes
de dinero, avanza a paso firme con la introducción del paquete tecnológico
inherente a la producción de Organismos Genéticamente Modificados (OGMs). Como
resultado, campesinos que han sido forzados y/o convencidos de producir con
estos insumos, se ven obligados a comprar semillas año a año pues están
protegidas por patentes que imposibilitan intercambios no comerciales, cuando
tradicionalmente podían ser guardadas de cosechas previas. Este costo adicional
conlleva a un proceso inevitable de endeudamiento o a una atadura comercial con
las empresas de semillas, que los campesinos no pueden sostener.
Existen
casos emblemáticos de la incorporación violenta de semillas. Por ejemplo, en
Colombia y acorde al tratado de libre comercio recién firmado entre Bogotá y
Washington, así como aquel firmado con Bruselas, se obliga a Bogotá a definir
políticas estatales que permiten el monopolio a empresas europeas y americanas
como un incentivo para que ellas inviertan en el país. Los campesinos que son
atrapados vendiendo semillas oriundas guardadas de anteriores cosechas pueden
llegar a enfrentar penalidades e incuso cárcel. Lo mismo puede ocurrir si
indígenas venden semillas que no han sido formalmente registradas, con lo que
se les quita toda posibilidad de autodeterminación productiva y ni hablar de la
erosión de su sabiduría agrícola, la pérdida de biodiversidad[2] y
los problemas medioambientales de envergadura que de éstos procesos se
generan.
La
crítica al modelo agrícola basado en los monocultivos es fuerte e incluso
vierte de las esferas internacionales más importantes de toma de decisiones
políticas en el mundo. Al respecto, un reporte recién publicado por UNCTAD
(siglas en inglés) - Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y
Desarrollo-, determina que los países
desarrollados y los países en vías de desarrollo necesitan un cambio
paradigmático en cuanto al desarrollo agrícola: de la “revolución verde” a un “enfoque
verdaderamente ecológico intensivo”. Esto implica un cambio rápido e intensivo
del modelo de monocultivos basados en inputs externos dependientes de la
industria a mosaicos sostenibles (mayor biodiversidad productiva). El
documento también critica arduamente las soluciones tecnológicas consideradas quick fixes o de arreglo rápido. Reprocha
de manera específica que la problemática de alimentos es sólo abordada cuando
existe una crisis de alimentos y de los precios de los mismos, después es
rápidamente eliminada de las agendas internacionales. Hace énfasis en la
soberanía alimentaria, concepto introducido por la La Vía, cómo la solución más
coherente y necesaria. Inclusive cuestiona la factibilidad de la producción
industrial de monocultivos que no han resuelto el tema alimenticio global y
están causando daños ambientales “crecientes e insostenibles”.[3]
Este
escenario es en el que se desenvuelve la alianza Monsanto, Gates y Blackwater,
cuyas pretensiones y relaciones pasamos ahora a explicar para aclarar lo hasta
ahora mencionado.
Academi, es una institución mercenaria
que debido a los componentes militares especializados que la comprenden puede
brindar capacidades inmensurables de control, persuasión y extorsión. Por su
naturaleza privada, se convierte en un arma de guerra al servicio de quien
pueda o requiera de sus servicios. Lo problemático del asunto es que aunque sus
recursos humanos son altamente especializados en métodos de guerra, se
encuentran al margen de los controles institucionales regulares que debe tener
cualquier fuerza armada estatal. Es en
este mundo sin limitaciones que Blackwater/Academi ha brindado servicios de toda
índole para Monsanto. Es de conocimiento público que Monsanto recurrió de
manera formal a contratar sus servicios el año 2008 y 2009 para espiar a
organizaciones, activistas e introducir miembros de Blackwater a dichas
instituciones. Hoy en día que la opinión pública está teniendo un viraje
impresionante en cuanto a la búsqueda de información relevante que pone en tela
de juicio la inocuidad de los OGMs, es que estas alianzas estratégicas deben
ser conocidas por el público en general.
La
fundación Gates tiene una fuerza de
lobby impresionante para definir las políticas globales de desarrollo agrícola
y canaliza cientos de millones de dólares en proyectos que definen políticas
orientadas a imponer el modelo desarrollista agrícola caduco de la revolución
verde con lo que obligan a grandes, medianos y pequeños productores agrícolas a
utilizar semillas genéticamente modificadas y, de esta manera, les asignan una
sola lógica productiva y no les dejan más posibilidad que acudir a ella para
producir. Por ejemplo, actualmente maneja 33.5 billones de dólares en
donaciones para lograr esto. Esta imposición se logra a partir de legislación
nacional e internacional que consolida las prácticas asociadas a la lógica del
monocultivo y no da espacio a otro tipo de prácticas; esto a pesar que existen
documentos como el de la UNCTAD que alertan al mundo respecto al peligro de
esta imposición.
Esta
fundación fue denunciada por La Vía Campesina debido a que adquirió 500,000
acciones de la empresa Monsanto. Si bien se autodenomina como una fundación “filantrópica”,
tiene una clara visión desarrollista que manifiesta de manera inequívoca que la
manipulación genética es el camino a seguir para la producción agrícola futura.[4]
Desde
el año 2006, la fundación Gates ha colaborado con la organización Rockefeller,
mediante el lema de “alimentos para los pobres”, estableciendo la Alianza para
la Revolución Verde en África (AGRA, siglas en inglés), la cual abrió la puerta
al continente africano a empresas como Monsanto, Dupont y Syngenta. Hasta el
momento de la denuncia dichas fundaciones consiguieron 456 millones de dólares
para que dicha alianza promueva esta visión de desarrollo agrícola en África.
En
Abril de 2010 la fundación Gates y los ministros de finanzas de EE.UU, Canadá,
España y Sud Corea se comprometieron a donar 880 millones para crear el
Programa para la Agricultura Global y la Seguridad Alimentaria (GAFSP, siglas
en ingles), fondo administrado por el Banco Mundial para “combatir el hambre
mundial”. En junio de 2010 GAFSP donó 35 millones para que pequeños
agricultores haitianos tengan acceso a inputs (semillas) agrícolas, tecnología
y suministros de la cadena de producción.
En
India, existe documentación de como un número importante de pequeños
agricultores cambiaron de algodón tradicional a algodón genéticamente
modificado. La imposibilidad de dejar la compra de insumos asociados a la
cadena de producción de organismos genéticamente modificados (OGM´s) a precios
internacionales impulsó a sectores campesinos indios a endeudarse, los que al
estar imposibilitados de pagar sus deudas decidieron suicidarse.[5]
Otro
elemento no menos importante para dilucidar las alianzas estratégicas que
estamos mencionado es que USAID actualmente está presidido por un ex-trabajador
de Gates, Rajiv Shah. Por medio de Shah y el acta del comité de Relaciones
Exteriores del congreso norteamericano denominada Casey-Lugar (Casey-Lugar
Global Food Security Act), que da lugar a que las políticas de seguridad alimentaria
global y los fondos de cooperación implementen los OGMs, la fundación Gates
podrá asegurarse la captación de los cuantiosos subsidios y fondos de donación
para la producción alimenticia del gobierno de EE.UU.[6]
Monsanto es una empresa emblemática de
larga data que muestra el camino equivocado por el cual vamos. Dicha empresa es
una gigante farmacéutica y de la agricultura principalmente. Es el principal
productor de semillas y cultivos genéticamente modificados del mundo, produce
químicos, pesticidas y herbicidas. Tiene presencia institucional en más de 100
países.
Las
ganancias anuales de dicha empresa sobrepasan los varios miles de millones de
dólares. Uno de sus productos iniciales, llamado sacarina, fue vendido a la
empresa Coca-Cola el año 1902. Para el año 1929 la empresa era la mayor
productora de bifenilo ploriclorado (PCB), un compuesto
químico que es considerado como un “contaminante orgánico persistente”, es
decir que permanece en el medio ambiente por largos periodos y que además es
reconocido por la Organización Mundial de la salud como un cancerígeno[7].
Entre 1961 y 1971 Monsanto fue
parte de la producción del Agente Naranja para uso militar durante la guerra
entre Vietnam y EE.UU. 4,8 millones de ciudadanos vietnamitas fueron
contaminados y 400,00 murieron por el Agente Naranja sin contar los
innumerables discapacitados y los millones de niños con defectos de nacimiento.
Después de decenas de años de lucro, en 1987 Monsanto debió pagar 180 millones
de dólares en compensación a los veteranos de la guerra de Vietnam. Obviamente,
no se otorgó el mismo trato a miles de civiles vietnamitas que corrieron con
similares consecuencias que los veteranos norteamericanos[8].
Para
el 2001, Monsanto tenía el 91% del mercado global de producción de OGM´s.
Durante el gobierno de Barak Obama el señor Micheal Taylor fue designado como
consejero principal de la Agencia Federal de Drogas y Alimentos (FDA, siglas en
ingles). Taylor, ex abogado de Monsanto y vice-presidente de Monsanto antes de
ser designado consejero principal de la FDA, fue encargado de las políticas
nacionales americanas que permitieron el acceso de OGM´s al circuito de
producción y consumo del mercado americano. Aun así que existen científicos
serios del FDA que quisieran realizar investigaciones en torno a los efectos de
alimentarse con OGM´s, Monsanto, con la designación de Taylor, se asegura que
el gobierno de EE.UU. jamás pueda contar con investigaciones que evidencien lo
que estudios independientes ya han comprobado: que la ingesta de OGM´s es un
riesgo serio a la salud pública y a la producción alimentos sanos en el mundo.
Así
es como se acomodan los intereses asociados a la producción agrícola global para
tomar control de gobiernos, fondos y el futuro común, a partir de un proceso
minucioso de acaparación sistemática de todas las instituciones y posiciones de
poder, para desde adentro asegurar los intereses corporativos de un
reducidísimo número de personas. La finalidad es tener más poder y más dinero,
tan sencillo y cínicamente real como eso. Quizá el control de la alimentación de
la población se ha convertido, de hecho, en el centro del interés de estas
grandes instituciones que manejan los destinos del mundo y es interesante ver
cómo cada una de ellas se acomoda como una ficha más del rompecabezas y en
perfecta sinergia. En conclusión, lo que tienen en común la empresa de
seguridad privada más grande del mundo, la empresa agroquímica más importante
del mundo y la fundación “filantrópica” de la pareja más rica del mundo, es simplemente
el control del destino de una superpoblación humana a partir de quitarle las
posibilidades de auto-alimentarse.
[1] NY
Times: Decisión de reabrir caso de Blackwater confunde a pueblo iraquí: http://www.nytimes.com/2011/04/26/world/middleeast/26blackwater.html?ref=blackwaterusa&_r=0
[2]
Levantamiento campesino en Colombia pone a la luz el tema de semillas: http://www.grain.org/article/entries/4779-colombia-farmers-uprising-puts-the-spotlight-on-seeds
[3]UNCTAD. Trade and Environment Review
2013: http://unctad.org/en/pages/PublicationWebflyer.aspx?publicationid=666
[4] La
Vía Campesina denuncia que la Fundación Gates compro acciones de Monsanto:
http://viacampesina.org/en/index.php/actions-and-events-mainmenu-26/stop-transnational-corporations-main menu-76/917-la-via-campesina-denounces-gates-foundation-purchase-of-monsanto-company-shares
[5] Shiva,
Vandana. Cómo se puede evitar el suicidio de pequeños productores indios: http://www.huffingtonpost.com/vandana-shiva/from-seeds-of-suicide-to_b_192419.html
[6] Holt
Giménez, Eric: ¿Monsanto en la piel de Gates? Los nuevos OGMs del emperador: http://www.huffingtonpost.com/eric-holt-gimenez/monsanto-in-gates-clothin_b_696182.html
[8] La
historia oscura de Monsanto: http://www.seattleorganicrestaurants.com/vegan-whole-foods/dark-history-monsanto/
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